Crash Team Rumble – Reseña: Un MOBA con mucha acción y frutas Wumpa
Un Nuevo juego de Crash Bandicoot ha llegado y esta vez regresando a los multijugador aunque dejando de lado los Karts y los juegos de fiesta para entrar en el terreno de los Moba por equipos. ¿Valdrá la pena esta nueva experiencia con los personajes de nuestro querido marsupial naranja?
En esta reseña analizaremos diversos aspectos de Crash Team Rumble en su versión para PlayStation 5 que gracias a Activision Latam hemos podido probar tras su lanzamiento.
La premisa del juego
Crash Team Rumble es un juego multijugador competitivo 4v4 que te desafía a recolectar Fruta Wumpa entregarlo a la base de su equipo más rápido que el equipo contrario. Una premisa sencilla pero debes aprovechar el trabajo en equipo, Potenciadores y poderes disponibles además del diseño de cada mapa para lograr tu objetivo ya sea acumulando fruta wumpa más rápido o bloqueando a tus oponentes para que no puedan depositarlas fácilmente.
Jugabilidad
Debes elegir uno de los personajes (8 a la fecha) . Y entrar en competencia tras cargar una habilidad especial, Puedes atacar a otros jugadores para que pierdan la fruta que llevan o incluso si los noqueas que pierdan toda la fruta y reliquias recolectadas. Cada etapa consta de un área abierta con obstáculos, potenciadores y habilidades activadas que los equipos pueden usar entre sí. El equipo que sobrevive a todo este caos y llegar primero a 2000 en fruta gana . Es un formato inteligente para un juego multijugador que se parece más a un mini juego de fiesta expandido que a un moba competitivo.
No obstante una buena estrategia y comunicación de equipo además de asumir los roles ya sea de Anotador, Potenciador o bloqueador , puede ser clave para una exitosa partida.
Anotador, Bloqueador y potenciador son las tres clases de personajes, y cada una tiene habilidades únicas basadas en esa clase. Por ejemplo, Crash es un anotador que se destaca en recoger y depositar frutas gracias a sus rápidos movimientos y ataques.
La clase de «apoyo» conocida como power-ups trabaja detrás de escena para ayudar al equipo, principalmente recolectando reliquias para activar habilidades de escenario o activando el multiplicador de gemas para hacer crecer la colección de Wumpa. Los bloqueadores, como su nombre lo indica, son individuos voluminosos como Dingodile que están más preocupados por evitar que el equipo contrario obtenga fruta. Fue divertido para mí jugar al bloqueador porque se sentía bien colocar trampas y arrojar enemigos fuera del escenario mientras causaba estragos en la base de mi oponente.
Cada nivel posee una super habilidad para todo el equipo que se activa tras juntar 30 unidades de reliquias que aparen por todo el mapa al igual que las cajas de fruta Wumpa, pueden ir desde un poder de invencibilidad de Aku Aku , otro co Uka uka, Un tornado gigante, Una nave UFO de N Cortex, pasando por un Bonsái generador de fruta o incluso volver a todo el equipo un espíritu protector gigante.
Junto a esto cada nivel tiene algunas habilidades desde , lanzallamas, Otros espíritus potenciadores, hasta una esfera con puntas filosas.
Solo espero que el juego no caiga en el vicio de las micro transacciones excesivas y pases de batalla no gratuitos como el que tenemos actualmente que llega a nivel 100 pero a medida que aumentas tu nivel se hace cada vez más lento en subir.
Aspecto Gráfico
El juego tiene personajes y escenarios muy coloridos y detallados , el juego va muy fluido y cada personaje es fiel a los juegos que ya conocemos desde los clásicos hasta los más recientes , además las personalizaciones de cada personaje y accesorios profundizan mucho en la historia de crash en sus diversas franquicias.
Conclusión
Sin duda alguna Crash team Rumble es un juego recomendado, muy adictivo y fácil de acceder , con unas pocas partidas ya podrás estar al tanto de las posibilidades del título y es muy probable que veamos más escenarios , personajes y temporadas a futuro. Un precio accesible y la promesa de más contenido que mantenga el ritmo frenético de diversión.
Reseña por Nicolás Schiller
