26 de noviembre de 2024

El impacto de los videoproyectores en la educación actual

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En un mundo cada vez más hiperconectado y saturado digitalmente, centrarse en el aprendizaje se ha convertido en una cuestión fundamental tanto para profesores como para estudiantes. Un estudio de la Universidad de California sobre la capacidad de atención frente a la pantalla encontró una caída significativa de 2 minutos y 30 segundos a 75 segundos. En este sentido, el auge de las redes sociales y el predominio de los formatos cortos genera la necesidad de adaptar las estrategias educativas a las necesidades de la sociedad digital.

Desde el punto de vista de José Luis Rodríguez, senior product manager de Epson, “el uso de videoproyectores en el aula mejora significativamente los métodos de aprendizaje al hacerlos más interactivos y de mayor calidad. Estos permiten cambiar el esquema en el aula; los estudiantes y profesores pueden interactuar, girar imágenes, escribir digitalmente y personalizar el contenido de manera práctica, promoviendo así la interactividad y adaptándose a diversas dinámicas de clase».

Ahora bien, una de las principales ventajas de los videoproyectores es su capacidad para facilitar una comunicación efectiva, permitiendo una participación más activa y garantizando una visualización óptima gracias a su tamaño. Esto favorece una mejor recepción por parte de los estudiantes frente a nuevos conocimientos. La herramienta tecnológica se adapta al entorno, lo que contribuye a mejorar la atención de los estudiantes.

Por otro lado, es fundamental resaltar la calidad de imagen que ofrecen los videoproyectores, impulsada por la resolución de alta definición Full HD y, en algunas opciones, 4K, estos dispositivos proporcionan una experiencia mejorada tanto para estudiantes como para profesores. En esta misma línea, contribuyen a crear un ambiente de aprendizaje más cómodo y dinámico.

Asimismo, la interactividad es una pieza fundamental en la transformación del proceso educativo, ya que a través de la participación activa permite a los estudiantes involucrarse de forma práctica y creativa. De esta forma se contribuye a un proceso educativo efectivo, centrado en el estudiante y adaptado a las necesidades y estilos de aprendizaje individuales. Además, no solo aumenta el compromiso y la motivación de los estudiantes, sino que también les proporciona habilidades prácticas y destrezas digitales que son esenciales en el mundo actual. 

A pesar de los beneficios evidentes de la tecnología en el aula, existen desafíos importantes en cuanto a la implementación y adopción de estas soluciones. Por ejemplo, en Colombia, hoy existe una brecha entre la educación urbana y rural, de acuerdo con un estudio del Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana, en las instituciones urbanas el 9,3% no cuenta con internet, y el 14,7% carecen de aulas de informáticas; mientras que el 79% de las instituciones rurales no disponen de conexión a Internet y casi el 60% carecen de aulas de informática. Estos obstáculos deben abordarse para aprovechar plenamente el potencial de la tecnología en la educación. 

Por su parte, Epson reconoce el potencial de los videoproyectores como herramientas clave para mejorar la educación y reducir las brechas, por lo que está comprometido en seguir impulsando la innovación y la adopción de esta tecnología en el ámbito educativo. 

La multinacional japonesa desde 2021 cuenta con un programa, Renta de videoproyectores, que permite a las instituciones educativas equipar sus aulas con una variedad de equipos de proyección. Bajo el objetivo de llevar mayor accesibilidad e innovación a las aulas, permitiendo a las instituciones alquilar equipos y explorar la tecnología al máximo.

“Es un compromiso con la evolución del aprendizaje y la capacitación, empoderando a los estudiantes con las herramientas necesarias para prosperar en un mundo en constante cambio y en una sociedad cada vez más digitalizada. La tecnología en el aula no solo enriquece el proceso educativo, sino que también cultiva habilidades sentando las bases para un futuro de aprendizaje continuo y éxito sostenible», concluye Rodríguez.