Descubre a los dos colombianos que son finalistas en la segunda temporada de ‘Supervivencia al Desnudo Latinoamérica’
La segunda temporada de SUPERVIVENCIA AL DESNUDO LATINOAMÉRICA está llegando a su fin, marcada por avispas implacables, noches interminables y un hambre voraz en la selva colombiana. Diez parejas de México, Argentina y Colombia aceptaron el desafío de sobrevivir en los Lagos de Mengua, Meta, durante 21 días. Entre ellos, Camilo Morales y Yenny Sanín, colombianos que asumieron el reto, se destacaron al completar la travesía hasta el punto de encuentro. ¿Terminaron el recorrido solos o acompañados de sus compañeros de equipo?
¿Quiénes son los colombianos supervivientes y por qué lograron llegar al final del reto?
Yenny Sanín, de 38 años, es una entrenadora personal con una mentalidad altamente competitiva y una pasión por los deportes extremos como ciclismo, rafting y senderismo, empujando su cuerpo al límite para lograr sus objetivos. «Decidí aceptar el desafío para descubrir hasta dónde podían llegar mi cuerpo y mente. Quería saber en qué punto me rompería», declara.
Su compañero fue Alejandro Gómez, un mexicano de 48 años. La relación inicial fue tensa porque «dos cabezotas no se entienden», comenta Yenny, aludiendo al fuerte carácter de ambos en la selva. Sin embargo, los instintos de supervivencia y el deseo de completar el desafío les permitieron superar sus diferencias como equipo. «La combinación de personalidades y caracteres es compleja, ya que los desacuerdos sobre ciertas ideas a menudo causaban conflictos. Pero fuimos persistentes y yo intentaba ayudarlo en momentos difíciles, siempre le decía ‘O los dos, o ninguno'», explica la colombiana.
Yenny puso a prueba todas sus habilidades, resistiendo no solo las largas noches sino también las picaduras de avispas y otros desafíos de la selva colombiana. Recuerda que mientras los insectos la picaban sin misericordia, pensaba: «¿pero por qué estoy haciendo esto?».
Por otro lado, Camilo Morales, un guía de turismo extremo de 39 años, tenía una amplia experiencia en supervivencia por haberse criado en la naturaleza. Su perseverancia es una de sus mayores virtudes y su carácter resuelto le ayudó a enfrentar todos los desafíos.
Su compañera fue Alejandra Gamboa, una mexicana de 30 años. Hablar con una desconocida por primera vez de esta forma puede ser extraño. «Siempre me imaginé cómo sería conocer a alguien bajo estas circunstancias. Desde el principio traté de ser transparente con ella, mostrándome tal como soy. De todos modos, no puedes fingir con la otra persona; al final del día, el hambre y el frío te obligan a ser auténtico», reflexiona.